La Isla del Carmen, ubicada en el municipio de Loreto, Baja California Sur, ha sido testigo de décadas de extracción de sal que han dejado un marcado deterioro en sus manglares y humedales, sin embargo, un esfuerzo comunitario liderado por habitantes de Ensenada Blanca busca revertir este daño ambiental y restaurar los ecosistemas afectados.
Desde principios del siglo 20, la extracción de sal en la Isla del Carmen motivó incluso la fundación de un pueblo para albergar a los trabajadores, destaca un artículo publicado por Mongabay.
El auge de esta actividad económica llegó a su fin en la década de los 80, dejando como testigos mudos de su paso ruinas de edificios, maquinaria, una iglesia y un muelle. Este proceso implicó la remoción de al menos 200 hectáreas de manglar, causando un fuerte deterioro ambiental que perdura hasta nuestros días.
El biólogo Arturo Peña, director de la oficina regional en Loreto de Organización Vida Silvestre (OVIS) A.C., quien lleva casi tres décadas trabajando en la conservación de la zona, explica que la actividad salinera implicó la inundación de lagunas y la evaporación del agua para obtener sal. Esta intervención alteró el flujo natural de los ecosistemas y resultó en la pérdida significativa de manglares.
En respuesta a esta situación, la comunidad de Ensenada Blanca se unió para iniciar un proceso de restauración ambiental en la Isla del Carmen, empresa para la cual encontraron el apoyo y colaboración de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), OVIS y el Centro de Información y Comunicación Ambiental de Norte América (Ciceana) A.C.
“Somos 12 personas de la comunidad, cinco mujeres y siete hombres, y somos pescadores. Yo soy el encargado de organizar las salidas y al equipo. Nos capacitamos y aprendimos sobre la labor que tienen los manglares. Ahora sabemos para qué sirven. Los árboles producen oxígeno, son los que limpian el aire y protegen a muchas especies, pero también a la línea costera de huracanes”, explica.
El proyecto de restauración incluye la rehabilitación del sistema hidrológico del humedal mediante la limpieza de canales naturales y la construcción de terrazas de vegetación. Estas terrazas, creadas a partir del sedimento extraído de los canales, sirven como sustrato para sembrar semillas de mangle, facilitando así el crecimiento de nuevas plantas.
Hasta la fecha, se han construido 40 terrazas y se han abierto unos dos kilómetros de canales para facilitar el ingreso de agua de mar, además, se han recolectado y sembrado más de 11 mil propágulos de mangle negro y 2 mil de mangle rojo, con resultados positivos en su sobrevivencia y crecimiento.
“Los manglares, en donde sea que estén, son importantes. Están asociados a cuerpos de agua costeros que también son parte del ciclo de vida de muchas especies de importancia comercial en la pesca, empezando por los camarones”, subraya Peña.
El esfuerzo de la comunidad no se limita solo a la restauración física del ecosistema, sino que también incluye monitoreos regulares de la calidad del agua en el humedal. Este seguimiento permitirá evaluar el progreso de las acciones de restauración y comprender mejor los cambios en el entorno.
Los resultados preliminares muestran una disminución considerable en los niveles de salinidad, lo que indica un avance en la recuperación del ecosistema, sin embargo, se necesitará continuar con los esfuerzos de restauración y monitoreo a largo plazo para asegurar la salud y la resiliencia de los manglares y humedales de la Isla del Carmen.
Fuente: Mongabay