Otis, el huracán explosivo que obliga a mejorar modelos de pronósticos

Otis, el huracán explosivo que obliga a mejorar modelos de pronósticos

En menos de 12 horas, Otis pasó de ser una tormenta tropical al huracán más poderoso que haya azotado en suelo mexicano, al tocar tierra en Acapulco con vientos máximos sostenidos que alcanzaron los 265 kilómetros por hora, sin que ningún modelo de pronóstico lo anticipara.

En un artículo publicado por Wired, Jorge Zavala Hidalgo, director e investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático en la UNAM, expone que este fenómeno obliga a considerar las limitaciones de los modelos de pronósticos, por si existe alguna cuestión que no se conozca muy bien y que este huracán haya expuestos, para mejorarlos.

“No sabemos muy bien por qué no se pronosticó la intensificación con precisión, hay que hacer un análisis cuidadoso”, puntualiza.

Es necesario, dice, revisar si la información que se tenía para alimentar los modelos era adecuada, tanto las condiciones iniciales como de frontera.

El científico explica que a las 6:00 de la tarde del 23 de octubre, los pronósticos de distintas agencias internacionales y grupos de investigación sugerían que Otis sería solo una tormenta tropical. Ningún modelo computarizado mostró banderas rojas.

Seis horas después, en la actualización del pronóstico, insistían en que sería tormenta tropical. Solo dos pronosticaron que se volvería huracán de categoría uno. Para las 12:00 de la tarde del martes 24 de octubre, el fenómeno estaba entre la frontera de las categorías dos y tres, aunque seis horas antes nadie notó que llegaría a categoría dos.

El pronóstico dio un giro el martes, luego de que el avión caza-huracanes sobrevoló la tormenta y mostró que la intensidad era mayor de la que se veía en estimaciones por satélite. En la noche del martes, desde el Centro Nacional de Huracanes se describió a Otis como un “escenario de pesadilla”. Finalmente, el meteoro entró a Acapulco, Guerrero con la categoría 5, la más alta.

De ser una tormenta con vientos de 111 kilómetros, Otis experimentó una intensificación explosiva para convertirse en un lapso de 12 horas en un monstruo con vientos máximos sostenidos de 265 kilómetros por hora, según el Centro Meteorológico Especializado de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

“Fue categoría 5 y los fenómenos de este nivel son pocos, raros. El ciclón tocó tierra con la más alta clasificación, cuando lo usual es que estos fenómenos alcancen la máxima categoría lejos de las costas y se debiliten al entrar al continente, pero sin duda su rasgo más memorable será haber cambiado tanto en tan poco tiempo”, explica Zavala.

Tener buena información es vital para los pronósticos

Para prever cómo va a evolucionar un fenómeno meteorológico es vital contar con buena información tanto del propio ciclón como del ambiente donde ocurre.

El científico de la UNAM explica que estas herramientas se basan en ecuaciones de dinámica y de termodinámica. Con datos correctos y una efectiva interpretación permite a los expertos determinar la trayectoria. Y si se tiene una buena fotografía del estado de la atmósfera, se puede pronosticar cómo va a evolucionar en las próximas horas.

“Hay que revisar si la información estuvo incompleta o que pasó”, dice Zavala sobre el caso de Otis y el fallo en los modelos de pronósticos.

Hay reportes que indican que no está operando el radar de Acapulco, que daría información de los vientos, de la posición del centro del huracán y un poco de la estructura vertical del ciclón, datos útiles para estimar cómo va a evolucionar.

Cambio climático y fenómenos extremos

La OMM ha advertido que el cambio climático está alterando la naturaleza de forma peligrosa y generalizada y que la cantidad de fenómenos extremos alcanza valores nunca observados y aumentará a medida que se incremente el calentamiento global.

Zavala Hidalgo explica que los ciclones tienden a formarse en aguas tropicales y se alimentan de energía térmica, por lo que necesitan agua cálida y humedad para crecer, entonces, cuando los océanos arden, como durante el actual fenómeno de El Niño, hay mayor disponibilidad de energía.

Para que un huracán adquiera rápido mayor intensidad, explica Zavala, se necesita una capa de agua caliente y profunda. Sin embargo, para identificar la temperatura, se requiere un equipo de personas que vigile el contenido del calor en el mar a punta de análisis de información satelital y de conocer la región.

El científico sostiene que ante tal contexto y con la experiencia que ha dejado Otis, lo ideal es tener suficiente información para la toma de buenas decisiones con anticipación.

Fuente: Wired

Francisco Cuamea: