Hace apenas medio siglo, Haití era un país cubierto de selvas y abundante biodiversidad. Hoy, figura entre las naciones más frágiles del planeta, con una deforestación superior al 90% y la mayor inseguridad alimentaria del Caribe. Su vecino, la República Dominicana, muestra una realidad distinta. ¿Qué sucedió?
La respuesta está en los puntos de inflexión ambientales, límites que, una vez cruzados, generan cambios irreversibles en los sistemas naturales, explica el doctor Enrique Martínez Meyer, del Instituto de Biología de la UNAM. Haití representa un caso alarmante de lo que podría ocurrir a escala planetaria si no se actúa de inmediato.
El mundo se aproxima a varios de estos puntos: el derretimiento de los hielos polares, la pérdida del permafrost, la debilitación de corrientes oceánicas como la AMOC, la sabanización del Amazonas y la acidificación de los océanos. De seguir la actual trayectoria de emisiones, el calentamiento global podría alcanzar los 4.4°C a finales de siglo, muy por encima del límite de 1.5°C propuesto por el Acuerdo de París.

México ya experimenta estos efectos. Según el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, el país registra un aumento de temperatura de 1.79°C respecto al periodo preindustrial. De mantenerse la tendencia, se alcanzarán los 3°C en las próximas décadas, lo que implicará mayor estrés hídrico, pérdida de biodiversidad y crisis sociales.
“Estamos en un punto de transformaciones que cambien la trayectoria de las cosas. No sabemos para dónde podríamos ir, pero sabemos que no es a ningún lugar feliz”, destacó el especialista.
Martínez Meyer explicó que, aunque la comunidad científica ha documentado estos riesgos desde hace 30 años, la respuesta global sigue siendo insuficiente.
“¿Tú ves que México ha cambiado? No, seguimos funcionando, pero va a haber más crisis y conflictos sociales, por ejemplo, asociados al agua, porque aunque llueva, si hace más calor, se evapora más rápido, por lo que, en el balance hídrico, vamos perdiendo. No reducir la tasa de deforestación puede provocar conflictos por la tierra y, en términos de pérdida de biodiversidad, vamos a perder muchos elementos de identidad, por ejemplo, especies que nos representan, como el jaguar”, sentenció.

El también integrante del Laboratorio Nacional CONAHCyT de la Biología del Cambio Climático consideró que empezaremos a tener mayores necesidades no cubiertas de servicios básicos como el agua, salud, alimentación, y ya se ha visto que a mayor degradación ambiental, mayores crisis sociales.
Una herramienta crucial para entender esta crisis es el modelo de los límites planetarios, desarrollado por el Centro de Resiliencia de Estocolmo. Este marco identifica nueve procesos vitales para el equilibrio del planeta. Seis de ellos ya fueron sobrepasados, incluyendo el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la alteración de los ciclos de nutrientes como el nitrógeno y fósforo.

A pesar de ello, hay esperanza. México, aunque afectado, aún no ha cruzado ciertos puntos de no retorno y conserva capacidad de resiliencia ecosistémica, pero se requieren decisiones firmes desde las políticas públicas y una organización social que exija y actúe colectivamente.
Las acciones individuales cuentan, pero las colectivas cambian sistemas. Necesitamos políticas y ciudadanos informados que jalemos hacia el mismo lado, concluyó Martínez Meyer.
Fuente: WIRED