Cinco beneficios que brindan los ecosistemas de carbono azul

Los ecosistemas de carbono azul, conformado por humedales, marismas, pastos marinos y manglares, son de vital importancia para el ser humano, la biodiversidad y el propio planeta por los servicios que brindan.

Estos ecosistemas brindan servicios críticos a las personas que viven cerca de ellos, desde el mantenimiento de las dietas locales y las industrias pesqueras hasta la protección de los hogares y la infraestructura contra la erosión y los daños causados por las tormentas, indica Foro Económico Mundial.

Sin embargo, sus beneficios no se limitan a las comunidades costeras. Los ecosistemas costeros saludables pueden ser un poderoso aliado para abordar las crisis climáticas, de biodiversidad y de desarrollo a escala global. Aquí te presentamos cuatro beneficios valiosos que brindan estos ecosistemas.

Secuestrar carbono azul

Son una solución natural para eliminar el carbono de la atmósfera, generar resiliencia ante los crecientes impactos del cambio climático y preservar hábitats biodiversos vitales. El interés y la inversión en el carbono azul como solución natural están creciendo en todo el mundo.

Sin embargo, al mismo tiempo, estos ecosistemas están siendo destruidos a un ritmo acelerado; si no se hace nada para cambiar el rumbo, podrían desaparecer globalmente dentro de un siglo, indica el organismo.

El “carbono azul” es el carbono que se captura de la atmósfera y se almacena en ecosistemas marinos y costeros como praderas de pastos marinos, manglares y marismas. Estos ecosistemas almacenan hasta 5 veces más carbono por área que los bosques tropicales y también lo absorben de la atmósfera unas 3 veces más rápido .

Preservar la biodiversidad

Los ecosistemas de carbono azul son centros valiosos para la biodiversidad. Proporcionan hábitat para una amplia variedad de especies marinas y costeras, desde aves, peces y mamíferos hasta invertebrados, algas y microbios. Muchas de estas especies son críticas no solo para mantener la salud del ecosistema, sino también para apoyar las dietas locales y las industrias pesqueras.

Los manglares, los pastos marinos y las marismas también sirven como amortiguadores, protegiendo otras aguas costeras contra los contaminantes de la tierra, como la escorrentía de aguas residuales y agrícolas ricas en nutrientes, que pueden causar un crecimiento excesivo de algas y crear “zonas muertas” marinas con bajo contenido de oxígeno.

La densa vegetación en los ecosistemas de carbono azul actúa como un filtro, frenando el flujo de agua costera y permitiendo que las plantas y otros organismos que viven en estos hábitats atrapen y absorban el exceso de nutrientes.

Proteger las costas de tormentas, inundaciones y erosión

Las comunidades costeras vulnerables a las mareas y tormentas pueden aprovechar los ecosistemas de carbono azul como una solución basada en la naturaleza para adaptarse a estos crecientes impactos climáticos.

En las áreas tropicales de todo el mundo, los bosques de manglares desempeñan un papel clave en la protección de las costas de la acción de las olas y las marejadas ciclónicas. Al absorber parte de la energía de la tormenta, pueden ayudar a reducir los daños causados por fenómenos meteorológicos extremos como los ciclones.

Los ecosistemas de carbono azul también pueden ayudar a reducir la erosión costera, que provoca la pérdida de tierras y hábitats, así como daños a viviendas e infraestructuras. Las raíces de los pastos marinos crecen profundamente y se destacan en la agregación y acumulación de sedimentos, mientras que las extensas redes de raíces sobre el suelo de los manglares actúan de manera similar; ambos métodos ayudan a estabilizar suelos sueltos y solidificar las costas.

Mejorar la seguridad alimentaria y del agua

Los ecosistemas de carbono azul pueden mejorar tanto la calidad del agua como la seguridad alimentaria a nivel local. Al proteger contra los impactos relacionados con el clima, como inundaciones y marejadas ciclónicas, evitan que el agua salada se infiltre en los recursos de agua dulce, como el agua subterránea, de los que pueden depender las comunidades locales.

Los ecosistemas saludables de carbono azul, como los manglares y los lechos de pastos marinos, también son criaderos de una diversa variedad de vida marina y costera. Estos terrenos son críticos para que ciertas especies de peces e invertebrados alcancen la madurez, después de lo cual pueden ser valiosos para las pesquerías artesanales que contribuyen a las economías locales y fortalecen la seguridad alimentaria en las zonas costeras.

Sostener las economías costeras

Junto con la pesca local, los ecosistemas de carbono azul brindan oportunidades recreativas y de ocio que pueden atraer turistas, creando nuevos puestos de trabajo en la industria del ecoturismo e impulsando industrias relacionadas como la alimentación y la hospitalidad.

Un ejemplo es el Santuario Nacional Marino de los Cayos de Florida, donde los manglares y los pastos marinos son dos ecosistemas predominantes. Un estudio encontró que el turismo asociado con el Santuario aporta $4.4 mil millones de dólates a la economía de Florida anualmente.

Ante los servicios que brindan, existe un impulso creciente detrás del desarrollo de proyectos para restaurar, proteger o gestionar de manera sostenible los ecosistemas de carbono azul.

Gracias a su importante potencial de almacenamiento de carbono, también existe la oportunidad de aprovechar los créditos de carbono azul, que monetizan el valor del carbono almacenado en manglares, pastos marinos y marismas, como fuente de ingresos para las comunidades junto con los beneficios climáticos y de biodiversidad de estos ecosistemas.

Fuente: Foro Económico Mundial

Francisco Cuamea: