En un contexto global marcado por sequías extremas, olas de calor históricas y una creciente urgencia por frenar el colapso climático, México presentó la actualización de su Estrategia Nacional de Cambio Climático (ENCC).
El nuevo plan traza una ruta de acción a mediano y largo plazo con un objetivo ambicioso pero necesario: reducir un 35% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, lo que equivale a al menos 140 millones de toneladas de carbono, a partir de 758 mtco2.
Durante la presentación oficial, la secretaria Alicia Bárcena subrayó que la acción climática es ineludible e impostergable y la ENCC es la hoja de ruta para transitar hacia una economía sustentable, baja en carbono y resiliente.
“Queremos dar señales claras a los sectores productivos, a las inversiones, porque queremos inversiones sostenibles en el país, y no cualquier inversión y a cualquier costo”, expresó.
“Estamos en esta administración muy comprometidos a asegurarnos de que esta estrategia llegue a buen puerto y se traduzca en una ambición y en una acción, sobre todo en una acción muy concreta”.
La funcionaria dejó claro que este compromiso no está condicionado a financiamiento externo, sino que debe lograrse con el esfuerzo colectivo de todos los sectores productivos.
De política ambiental a motor de desarrollo
La nueva ENCC no se limita a medidas ambientales, sino que articula mitigación, adaptación y economía circular en sectores clave como energía, transporte, industria, agricultura y uso del suelo.
El documento también plantea una visión de gobernanza climática participativa, involucrando a los tres niveles de gobierno, sector privado, academia y sociedad civil, con especial atención a los pueblos originarios.
Simon Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), enfatizó que la estrategia mexicana es más que un plan ambiental. Se trata de reforzar la resiliencia y ampliar las oportunidades de desarrollo, desde los hogares hasta las pequeñas empresas.
“Un plan climático sólido no solo debe enfocarse en reducir la contaminación que sube las temperaturas del planeta, sino también en fortalecer los medios de subsistencia, la resiliencia y la prosperidad del país. Cuanto más sólidas sean las políticas climáticas del país, mayores serán los beneficios económicos y de desarrollo para toda la población”, consideró.
En medio de la emergencia climática global, la actualización de la ENCC representa también un mensaje político y económico: México busca una transición energética y productiva que no repita los errores del extractivismo sin control.
La discusión abordó la necesidad de financiamiento climático transparente, coordinación interinstitucional y compromiso del sector privado.
México no parte de cero, pero los retos siguen siendo enormes. Las emisiones nacionales siguen dominadas por los sectores energético y agropecuario, y persisten los rezagos en transporte sustentable y eficiencia energética.
No obstante, la ENCC actualizada marcará un antes y un después, si se logra aterrizar en políticas públicas concretas, con mecanismos de seguimiento y resultados verificables, porque la crisis climática ya no permite medias tintas, sino que debe traducirse en acción.
Fuente: Semarnat