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ECOSISTEMAS Y BIODIVERSIDAD

Proyecto
Humedales artificiales, un proyecto para la restauración de la bahía Navachiste
La investigadora Diana Escobedo Urías, del CIIDIR-IPN, ha diseñado un proyecto que ayudaría a recuperar la salud del sistema lagunar del que dependen cientos de familias de la costa de Guasave

Desde hace muchos años, los pescadores ribereños de los campos costeros que dependen de la bahía Navachiste han pugnado por soluciones a la contaminación de este sistema lagunar, derivado de las descargas de los drenes agrícolas del valle de Guasave.

Diana Escobedo Urías es una investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, del Instituto Politécnico Nacional, que tiene 25 años estudiando los ecosistemas del norte de Sinaloa y plantea una solución para la restauración de la bahía Navachiste: la construcción de humedales artificiales.

El problema de la contaminación por descargas agrícolas

La investigadora expresa que en todos estos años ha estudiado las diferentes fuentes de alteración en los ecosistemas costeros de toda la costa norte de Sinaloa, y lo que han comprobado es que la actividad agrícola es la principal fuente de degradación de las bahías, al incorporar, a través de los drenes, importantes cantidades de sólidos suspendidos, que son los que generan el azolvamiento.

“Todas esas aguas traen partículas pequeñas que luego se depositan en los ecosistemas costeros, o sea, producen el azolvamiento, que es la pérdida de profundidad, y luego aportan también aguas ricas en nutrientes debido a los fertilizantes que aplican y que son lavados a través de las aguas de riego y mencionar también lo que puede haber de otros contaminantes como plaguicidas y pesticidas”, destaca.

Entonces, expone, lo que se debe buscar es tratar de disminuir el impacto de estas actividades productivas que son muy importantes para Sinaloa y el País en general.

Humedales artificiales, una alternativa de solución

Los humedales artificiales no son nuevos, es una técnica que ya se utiliza en la región para el tratamiento de aguas residuales que generan comunidades pequeñas, aclara Escobedo Urías.

Pero también representan una solución barata y eficaz para disminuir el impacto de aguas contaminadas, en este caso de la agricultura, y lograr la restauración de los ecosistemas costeros, dice.

“La agricultura aporta muchos nutrientes que después producen o generan el fenómeno de eutrofización, que es un incremento en la tasa de incorporación de nitrógeno y fósforo que produce ciertas manifestaciones indeseadas del ecosistema, porque alteran la calidad ambiental del sitio. Hay una modificación de las condiciones tróficas, o sea, la cantidad de materia orgánica que se encuentra en el sitio y que altera todo el ecosistema y lo convierte de una cosa a otra”, indica.

Diana Escobedo puntualiza que las descargas de los drenes cambian las condiciones ambientales de la bahía al provocar el azolvamiento, que tiene un efecto importante tanto en temperatura como en las concentraciones de oxígeno. Una de las consecuencias es la producción de las mareas rojas o las proliferaciones algales nocivas que pueden ocasionar mortandad de especies, como ya se ha visto en muchas ocasiones.

“Las especies que normalmente se encontraban, ya no encuentran las condiciones adecuadas para desarrollarse y se van”, expresa.

Un análisis sobre los drenes más importantes que descargan en la bahía Navachiste, en el que colaboró Paula Gil, académica de la Universidad Autónoma de Occidente, detalla que los sitios más adecuados para la implementación de humedales artificiales son los drenes Novobampo, Batamote y San Antonio.

¿Cómo funcionan los humedales artificiales?

De acuerdo con el proyecto desarrollado por Diana Escobedo, los humedales artificiales son estanques de alrededor de 60 centímetros de profundidad que tienen un sustrato especial de roca y arena gruesa sobre la que se planta vegetación nativa. Para el caso de esta región se tiene previste el tule, el cual para su crecimiento absorbería el nitrógeno y fósforo de las descargas del dren, sirviendo como un filtro natural.

Previo al humedal debe de haber un desarenador para atrapar los sedimentos y que no azolve el humedal, pero que tampoco llegue a la bahía, explica la investigadora.

Al realizar el mantenimiento al humedal, tanto el tule que se extraiga puede ser reutilizado por las comunidades cercanas como material para la elaboración de artesanías o palapas, mientras que el sedimento atrapado en el desarenador puede ser recuperado al ser suelo rico en nutrientes, destaca.

Los beneficios para el ecosistema

El bajar las concentraciones de nitrógeno, fósforo y sólidos suspendidos ayudaría muchísimo a la restauración de los ecosistemas del norte de Sinaloa, asegura Escobedo Urías.

Para el caso de la pesca, añade, el mejorar la calidad ambiental del sitio disminuiría la cantidad de proliferaciones algales, mejoraría calidad de agua y, por consecuencia, volverían las especies que desaparecieron por no encontrar condiciones para su desarrollo.

“Se encadena una serie de consecuencias favorables para la pesca y para la acuacultura y turismo. Estamos esperando que eso mejore muchísimo las capturas, porque los organismos tendrían un lugar más adecuado para desarrollarse y para estar, permanecerían más tiempo en la laguna y muy probablemente vamos a recuperar la pesca de bahía”, expresa.

Cuesta menos que una obra de dragado

Diana Escobedo recuerda que hace algunos años el gobierno invirtió 90 millones de pesos para el dragado de una de las bocas que tiene el sistema lagunar Navachiste. El proyecto de humedales artificiales calcula que costaría entre 35 y 40 millones de pesos, con más beneficios para el ecosistema y para las comunidades que dependen de este.

“Nos saldría mucho más económico, pero el problema es que para estos proyectos difícilmente hay amigos. difícilmente hay interés. No entiendo yo todavía, cuando el beneficio es enorme, cuando se necesita alguien que impulse, una institución que esté impulsando esto”, dice.

La asociación civil Causa Común por Guasave ha apoyado en la gestión para que se concrete esta iniciativa para la restauración del ecosistema en la bahía Navachiste, pero hasta ahorita no ha habido mucho avance, lamenta.

Los pescadores y acuicultores, que son los usuarios e interesados principales y los interesados principales, también han estado apoyando este proyecto, buscado generar reuniones con autoridades municipales y estatales.

“Ya está inclusive el diseño, es cuestionada nada más que haya voluntad política (para la asignación de recursos). Hemos estado en pláticas con Conagua, con el Distrito de Riego 075, con pescadores e inclusive nos acercamos con la secretaría de Acuacultura y Pesca del Estado de Sinaloa, que obviamente sabemos que ellos no tienen recursos, pero que pueden ser muy buenos gestores del mismo”, indica.

La investigadora aclara que CIIDIR Sinaloa no busca desarrollar los humedales, porque no es una institución ejecutora de obras. Lo que como institución de investigación les correspondía ya lo hicieron, que fue hacer el análisis y generar una alternativa de solución al problema. Ahora la pelota está en la cancha del gobierno.

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