El cultivo de moluscos bivalvos, especialmente el del ostión es considerado la triada perfecta de la sustentabilidad, por los beneficios que arroja en lo social, económico y medioambiental, expone Sergio Joel Nieblas Rodríguez.
El fundador y tesorero del Comité de Empresas Productoras de Especies Marinas y Moluscos Bivalvos en Sinaloa comenta que el esfuerzo pesquero ya es muy alto y lo ideal es sacar a la gente que está en la pesca tradicional y convertirla a la maricultura, para frenar la sobre explotación de especies.
Para esa transición, el ostión es una alternativa viable, lo que se está demostrando en casi 90 cooperativas que están establecidas en los municipios de Navolato y Ahome, asegura.
“El ostión es la triada de la sustentabilidad, en lo social, porque el productor produce ostiones en los cuerpos de agua y genera empleo, la gente ya no tiene necesidad de irse de su pueblo, le da arraigo; en lo económico, tiene un alto valor comercial; las microalgas que contaminan el mar, el ostión las consume y las convierte en proteína de alto de valor, entonces la entrada de dinero es alta”, detalla.
El fundador del Copembi destaca que con un 40 por ciento de sobrevivencia que tenga este cultivo, le permite al productor pagar a los cinco o seis trabajadores que tenga en nómina y le queda una utilidad.
Una especie que presta servicios ambientales
Nieblas Rodríguez subrayó que la tercera virtud del cultivo de ostión es la ecológica, ya que presta servicios medioambientales muy importantes en las lagunas costeras.
Subrayó que en su libro Camaronicultura y medioambiente, Federico Páez Osuna, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, de la UNAM, hace una evaluación de la cantidad de nutrientes que llegan a las lagunas costeras de Sinaloa.
El investigador refiere en su obra que la agricultura produce el 80 por ciento del nitrógeno y el fósforo que llega a las lagunas costeras de Sinaloa, el 17 por ciento lo aportan las granjas de camarón y el 3 por ciento restante es de los desechos con aguas negras. Dichas lagunas costeras tienen cuando mucho de un 20 a un 30 por ciento de recambio de agua.
“Ese nitrógeno y fósforo se queda en las lagunas costeras porque el recambio de agua es muy limitado y es el alimento primordial de las microalgas, entonces hay mucho nitrógeno, hay mucho fósforo, las microalgas se reproducen y durante el día consumen bióxido de carbono y suelta oxígeno, pero en la noche se revierte el proceso biológico, consume oxígeno y suelta bióxido de carbono, entonces se acaba el oxígeno de la columna de agua y los peces se mueren”, refiere Nieblas Rodríguez.
Ahí es donde entra la importancia de los cultivos de ostión en estos cuerpos de agua, ya que se alimenta de las microalgas que causan esa problemática, además, un ostión adulto filtra alrededor de 140 litros de agua diarios, subraya.
“El cálculo que hemos hecho nosotros es que, en 900 toneladas, que son alrededor de 9 millones de organismos, están filtrando 90 mil millones de litros, ese es el impacto positivo que tiene en el medio ambiente”, sostiene.
El tesorero del Copembi adelanta que tienen previsto que en dos años más en los polígonos donde cultivan ostión también puedan sembrar callo de hacha y almeja chocolata, que también son especies filtradoras.
La ventaja es que el callo de hacha dura un año y medio para alcanzar su talla comercial, pero en ese inter se reproduce tres veces y sus larvas quedan como una pesquería, ya que se mueven con la marea y no queda en el polígono, lo que ayudará a generar bancos nuevos que podrán ser explotados en beneficio de las comunidades costeras, dice.