Un equipo de investigadores propuso un nuevo enfoque para la conservación marina: las Áreas de Prosperidad Marina (MPpAs), un modelo que busca equilibrar la recuperación de los ecosistemas con el desarrollo económico de las comunidades costeras.
Liderado por Octavio Aburto Oropeza, del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego, el estudio publicado en Frontiers in Marine Science presenta un marco integral que combina inversiones financieras estratégicas con la restauración ecológica, permitiendo que tanto las personas como los océanos prosperen.
En un comunicado, el Instituto Scripps de Oceanografía destacó que el modelo de las MPpAs se basa en tres pilares fundamentales:
- Compromiso Comunitario y Co-Diseño, que busca involucrar a la comunidad en la definición y planificación de estrategias sostenibles para el uso de los recursos marinos.
- Desarrollo de Capacidades, Gobernanza e Infraestructura, enfocado en fortalecer la capacidad de la comunidad, establecer marcos legales y crear la infraestructura necesaria para la implementación del proyecto.
- Monitoreo, Aplicación y Co-Gestión, que garantiza una gestión colaborativa basada en datos científicos, permitiendo mejorar continuamente el impacto del modelo.
A diferencia de otros esquemas de conservación, que exigen sacrificios económicos inmediatos con beneficios a largo plazo, este enfoque busca generar oportunidades sostenibles para las comunidades desde el inicio.
“La conservación a menudo exige sacrificios hoy para obtener beneficios en décadas futuras—una expectativa poco realista para comunidades que enfrentan presiones socioeconómicas inmediatas. Nuestro modelo para las Áreas de Prosperidad Marina aborda este desafío, delineando cómo se puede mejorar la prosperidad humana mientras esperamos la recuperación ecológica. Alineando estratégicamente los esfuerzos de recuperación, es posible que tanto las personas como los ecosistemas prosperen”, expuso Aburto Oropeza.
Por ejemplo, en zonas con alto potencial turístico, las MPpAs podrían impulsar el ecoturismo mediante el apoyo a empresas locales de buceo y esnórquel. En otras áreas, se podrían fomentar proyectos de acuicultura sostenible o la construcción de arrecifes artificiales.
Casos de éxito y visión a futuro
El modelo se inspira en experiencias previas como la del Parque Nacional Cabo Pulmo, en Baja California Sur, donde una iniciativa de conservación liderada por la comunidad logró restaurar el ecosistema marino y fortalecer la economía local. Casos similares en El Manglito, en La Paz, Baja California Sur, y Bahía Santa María, en Sinaloa, han demostrado que la participación comunitaria y el financiamiento adecuado son claves para el éxito de la conservación.
El marco de las MPpAs también responde a los desafíos de los esfuerzos de protección marina tradicionales, donde la falta de recursos ha dificultado la integración de las comunidades en la conservación. Al priorizar la inversión social y ambiental de manera conjunta, esta estrategia ofrece un camino viable para alcanzar el objetivo global 30×30, que busca proteger el 30% de los océanos para 2030.
“El concepto de Áreas de Prosperidad Marina puede ayudarnos a cerrar la brecha entre los resultados ambientales y sociales. Nos da la oportunidad de comprender que la naturaleza y las personas están inextricablemente vinculadas y, como tal, un plan de gestión marina debe buscar resultados para ambos”, indicó Alfredo Girón Nava, coautor del estudio y exalumno del Instituto Scripps de Oceanografía, quien ahora se desempeña como jefe de la Agenda de Acción Oceánica del Foro Económico Mundial y Amigos de la Acción Oceánica.
Los autores del estudio lanzaron un llamado a gobiernos, ONG y actores locales para impulsar este modelo como una piedra angular en la conservación global, al considerar que, en su conjunto, el marco propuesto de las Áreas de Prosperidad Marina ofrece una visión esperanzadora en la que los ecosistemas prósperos y las comunidades florecientes pueden coexistir, restaurando el vínculo entre las personas y el mar.
Los coautores adicionales del estudio incluyen a Erica Ferrer, de UC Santa Cruz; América Ávalos Galindo y Claudia Núñez Sañudo, de Fundación Coppel; Fabio Favoretto, del Instituto Scripps de Oceanografía; Isabel Mendoza Camacho, de SUCEDE Sociedad en Acción Sinaloa; Marisol Plascencia de La Cruz, del Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación en México, y Alejandro Robles González, de NOS Noroeste Sustentable.